14597102388_4c60fca540_o

La trágica historia de Bob, el cacto

Prometí que te contaría la historia porque llevamos tanto tiempo juntos (como amigos, deja de mirarme así) que no tengo de otra. Es cierto que al ser un cacto con ciertas propiedades humanas puedo sentir el poderosísimo vertiente de la naturaleza, incluso puedo recoger información usando mis espinas y así sé lo que esta sucediendo simultáneamente en una serie de lugares sin necesidad de prender un televisor. Diablos, incluso tengo una intuición vegetal que puede adivinar la mayoría de las cosas antes de que sucedan, así que de alguna manera miro el futuro. Soy un chingón y quepo en una macetita pequeña, era imposible que no quisieras mi compañía. Da click aquí para leer más.

Una absurda historia de amor

No soy un tipo sonriente, ni cursi. Tampoco soy un amargado. Soy buena onda, tengo mis momentos de felicidad, pero hasta ahí. Por eso, cuando me comisionaron escribir una historia de amor a siete capítulos, no salté de alegría. No sé escribir historias de amor que no acaben medio trágicamente, o que no contengan groserías. Es por eso que me disculpo de antemano con mi editor, si encuentra algunas groserías. Le prometo que solamente serán mías y de nadie más. Da click aquí para leer más.

Fotocuentos.

No fue hace mucho que dije sí al experimento, creo que llevo una semana con el chip en la nuca, y lo único que me ha salvado de un dolor insoportable, apuesto a que peor al de la erección que me provoca tu cuerpo desnudo, es mirar directamente a tus ojos y no separar la mirada de ellos. Que los ojos son bonitos, son las ventanas al alma, a través de los ojos forjas una cadena invisible que te puede unir a una persona para siempre, son tan bonitos los ojos que son la única parte del cuerpo de otro ser humano que puede reflejarme a la perfección y me hace sentir bien, porque es mi reflejo en un mundo distinto al mío, es mi presencia en otra realidad, la tuya, por ejemplo, tu realidad. Da click aquí para leer más.

Canción de cuna para un cacto (incompleta).

…Fest se encontraba muy ocupado preparando la comida. Tenía hambre. Cinco huevos, un poco de especias, meter la carne… separar en un plato el pan molido, que las milanesas se llenen de pan, golpearles ligeramente, prender un sartén con aceite, con poco aceite y no tanto fuego, para que no queden crujientes. No le gusta la carne crujiente. Prender un cigarro y así parecer cocinero de poca monta en Nueva York (si bien le va). Da click aquí para leer más.