He escrito muchos libros imaginarios. Libros insensatos que jamás verán la luz del día. Hacen bien en permanecer enterrados. Me ha costado trabajo entender que no todo debe ser publicado. Menos en estas fechas. Estos días donde cada árbol muerto cuesta y debemos preguntarnos, por el calor multiplicado gracias al concreto, si las palabras valen la pena. También mucho de los libros baratos y de tipografías grandes sólo son un maldito esfuerzo por crear la imagen de un escritor. Ni siquiera sabemos qué tanto es él, y que tanto es la editorial aderezando al cerdito. Pero en la imaginación todo se puede. Y la insensatez es juego. Libros multiplicados acerca de amores sin resolución o respuesta. Libros de crímenes nunca cometidos. Libros sin arrepentimiento por tomar caminos ocultos para regresar a casa. Libros de sangre, de fluidos, de bibliotecas imaginarias y de referencias altruistas, piadosas. Quería escribir algo pequeño pero a menudo, estoy en soledad, imaginando que escribo otra cosa, eso que por fin se me hizo escribir.