Limbo es un juego del que había oído hablar antes. Al parecer es popular en los círculos de juegos independientes y no es para menos. La calidad del juego en tanto a gráficas, sonido, ambientación, acertijos y niveles está muy bien cuidada. Incluso, diría, aspira a ser un trabajo artístico. Cada escenario y cada momento dentro del escenario parece construir una pintura, un momento breve que puede ser explotado por el jugador para alimentar su imaginación.

Quizás esa sea la única falla que tiene el juego: su aspiración artística.

El mundo de Limbo no sólo es oscuro, lleno de sombras sugerentes y de la violencia que se escurre por los bordes; se supone que el juego también tiene historia. Tú controlas a un niño que busca a su hermana. De principio a fin, la historia es sencillamente sugerida, desde por qué ambos chamacos se encuentran ahí hasta el destino de ellos. El juego se regodea a través de su propia construcción adentro de la oscuridad (las sombras en las cavernas de Platón, ¿las recuerdan?), pasa lo mismo con el final y con el inicio. Al jugador sólo se le dice una cosa: estás en el limbo buscando a tu hermana; así el jugador también se convierte en el narrador y será él quien decida cuál es el verdadero inicio y el verdadero final de la pieza que está interpretando.

Pienso que eso no era necesario, que ya salía sobrando dentro de un juego cuya belleza radica en descubrirse paulatinamente, mientras avanzas por estos escenarios en blanco y negro, donde muchas veces tú debes completar el camino, lo que está pasando, para seguir ahí.

Todo lo demás es una belleza: Limbo consiste de varios escenarios y nos demuestra cómo, aún sin colores en el mundo, podemos navegar en una playa, en un bosque, en la ciudad o en una fábrica. Los enemigos son interesantes y crueles: bichos enormes como las arañas o los moscos, o los niños perdidos sin ojos que están dispuestos a acabar contigo. También están los pequeños e intrigantes gusanos demoníacos que impulsan tu camino a una sola dirección y su objetivo, al parecer, es llevarte al suicidio. Si eso no basta, todo el escenario está preparado para matarte de las maneras más crueles posibles: Limbo empaliza, descuartiza, destaza, rompe, aplasta, balacea, quiebra, ahoga y come. Alguna vez leí en una revista de gamers cómo criticaban las mil muertes hiperviolentas y gráficas de Lara Croft en el nuevo Tomb Raider. Pues Lara Croft sería bienvenida a intentarlo en Limbo, ella y todas sus variantes pasadas.

El juego, aunque es breve, es muy satisfactorio. Los acertijos cuando son resueltos te hacen sentir muy listo. Es divertido experimentar con los objetos y su física de sombras. También es muy placentero cuando encuentras el chiste de algún lugar. Limbo es un rompecabezas gigante, un sólo escenario continuo que fluye misteriosamente de inicio a fin. ¿Deberían jugarlo? Sí. Es un gran juego, aunque insisten en esconder y velar la historia, los acertijos y la estética del juego esconden ese defecto, distraen, como un excelente truco de magia. Es un juego que complace a casi cualquier tipo de gamer y que, además de ser un solaz, es una gran experiencia. Pueden comprarlo, virtualmente, para casi cualquier plataforma. En Steam lo pueden conseguir por 110 pesitos. No lo duden mucho, los vale.

Si les interesa, pueden ver videos del gameplay y de mi run en el playlist que armé en mi canal de YouTube.

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