En el lado B puedo escribir mis ganas de cogerte la boca. Si no lo hago en el otro es porque los patrocinadores me están vigilando. Entonces partí mi libro en dos. Mientras que el otro habla de sueños, obsesiones adultas, dolores inventados, libros por leer y videojuegos quemados, en este puedo contarte que te quiero coger la boca (el narrador vulgar, sucio, que muchas veces evito cuando estoy escribiendo otras cosas y constantemente estoy ejerciendo un autocontrol improbable sobre muchas de mis historias). Una mano bajo tu quijada, la otra en tu cabeza y después entrar y salir como si la humedad fuera otra, como si las protestas fueran los sonidos de la carne abriéndose, como si la lengua en vez de buscarme la contraria estuviera recibiéndome en copias diminutas, y blancas, y llenas de saludables y machistas proteínas.