Compré una de esas cámaras de acción chinas y ahora pienso grabar videos de cuando vayamos en el auto. Es increíble lo fácil que se ha vuelto grabarlo todo, como si cualquier chingaderita fuera importante, como si cualquier momento fuera un candidato a la posteridad o a la eternidad. A saber. Mis motivos son otros: después de tantos años editando videos, uno después de otro, he descubierto una extraña calma en hacerlo de nuevo, aunque no sean actores emulando a los padres, los hermanos, los bufones publicitarios despreciables. Quiero grabar videos tontos, editarlos para alcanzar ese solaz perplejo y después regresar a mi vida rutinaria como si nada hubiera pasado. A quién le importa el registro.