Fragmento del diario de Boris Santiel:

“(…) Fotografía de una silla. Alguien sube esa fotografía a internet. Es su silla, y a la vez no lo es. Una concienzuda búsqueda hizo que encontrara dieciséis fotografías de la misma silla. Aunque variaban los filtros, los ángulos, la iluminación y dos veces el fondo, la silla se multiplicó dieciséis veces. Internet tiene, en su mundo infinito, dieciséis sillas iguales. ¿Algún día podría llenarse ese espacio? Obviamente sí, eso espero, aunque nadie puede imaginárselo o dar un cálculo concreto. Internet crece todos los días, depende de la cantidad de memoria que tiene el equipo de cada usuario. Tan pronto alguien se conecta, el espacio de internet crece y son más las conexiones que las desconexiones. Antes me hubiera atrevido a buscar una ecuación para llenar el internet con la misma silla, regalarme la paz de un número, pero he desistido de la idea. Estoy siendo amable: El internet no solamente guarda sillas, también guarda roperos, libros, música, personas. Multiplica y replica exponencialmente todas las cosas. Universo de constante clonación. ¿Y dicen que no está todo el conocimiento de la humanidad en el internet? También está todo lo que ha visto, todo lo que ha oído, y pronto todo lo que ha sentido y leído. Por eso la gente constantemente se pregunta cuánto dejamos, realmente, en ese mundo y cuánto está sacrificando: porque la ilusión permanece. Fotografía de una silla, la subo a internet, la silla ahora está ahí (su existencia se dobla, ¿o se duplica? Argüir: Esa silla no existe, es una imagen, un conjunto de ceros y unos, tomas la fotografía de una persona tocando la silla, ¿y ahora?), junto con otras dieciséis sillas iguales, no sólo existe en el espacio físico sino que ahora tiene una presencia “virtual”. Esa silla se vuelve algo real para los que nunca la han visto y topan, casualmente, con la fotografía. Real dieciséis veces”.