Los cuervos…
usualmente son confundidos con zanates.

Algunos días les conviene,
sobre todos los días que abundan las travesuras.
Permiten el error para evitarse las culpas.

(Los pinches chanates…
ya se comieron mis árboles, mis plantas.
Jodieron la maquinaria.
No paran de hacer escándalo.
Pinches cornetillas, no se callan,
me despiertan,
los odio.)

Otros días entran en graves dislates filosóficos, éticos, lógicos:
–Los cuervos
no somos zanates
tampoco somos urracas.
¿Por qué el silogismo tan feo?
Los cuervos son pájaros negros…
Los zanates son pájaros negros…
Entonces los cuervos son zanates.
¿Lo somos?
Zanates imbéciles.

Los cuervos…
miran a los zanates, como quien mira un enigma.
Observan sus cuerpos esbeltos,
la delgadez de sus plumas,
la elegancia de sus pasos pícaros
y el vigor de sus ritos.
Se olvidan que son cuervos
Sienten un poco de envidia.