Sol me comentó que el día de hoy, en Twitter, los “Libros del 2011” se convirtió en Trending Topic. Miro la fecha de reojo y descubro como paulatinamente estamos llegando al otro lado. 2012… el año que supuestamente lo terminará todo. Qué dulzura, pienso, esperar una fecha en especial para que todo termine y seamos libres de las cárceles propias a las que estamos sometidos. Espero con ansias el fin del mundo para no escribir ni una línea más, no escuchar otro mugido, matar otra mosca o echarle agua a mis tres cactos.

El reto de este año fue leer 100 libros y, lamentablemente, solo pude llegar a 81. Dudo llegar a la meta en los días que faltan. Además, habría que restar los volúmenes de Manga que me leí (serán como 70 libros los que leí en total). Ni modo, esperemos que el siguiente año sea más prolífico en cuánto a libros y lectura (y que no se acabe el mundo… o bueno, que se acabe pero que avise). Ya pues. En lo que llega la fecha prometida, tan fatídica y engañosamente necesaria, me gustaría comentar las lecturas que hice este 2011.

De Juan Carlos Onetti leí tres novelas: Cuando ya no importe, El astillero y Juntacadáveres. También releí sus Cuentos Completos según Alfaguara. Leer a Onetti es penetrar un mundo de humo. Sus héroes son absurdos: hombres comunes que están aburridos y que sueñan con otra cosa mientras fuman cigarrillos. Sus mujeres son deseables y desdichadas, como aquellas que entran a la oficina de un detective en una película negra. Niños que los visten como niñas, adolescentes mudas que tienen su primera relación sexual, doctores que no saben de su vida a partir de los treinta años y que fueron colocados, misteriosamente, por dios Brausen, sobre el maldito, húmedo y caluroso suelo de Santa María. Reencontrarme con Díaz-Grey fue como saludar a un viejo amigo, un viejo y enigmático amigo que todavía no comprendo del todo. Personajes misteriosos, elocuentes y comunes como Juntacadáveres, que colecciona las prostitutas que nadie quiere pero su burdel se llena todas las noches. (¿Es Larsen –antes llamado Junta– quién se convierten en un cura cuando se vuelve viejo? Vaya…) Para mí es una delicia leer a Onetti… aunque no es para todos los estómagos. No es para gente que busque historias felices, líneas motivacionales o acción desmesurada. Onetti es para los que han visto el rostro de la tristeza y la ironía.

Una sorpresa: Yarns and Stories A Complete Collection of Funny and Witty Anecdotes por Alexander K. McClure y Abraham Lincoln (Liga para descargarlo en gutenberg). Este libro compila anécdotas, momentos e historias que Lincoln solía contar a la gente para explicar sus decisiones de gobierno. El autor del libro sugiere que su obra debería acomodarse en las bibliotecas caseras junto a la Biblia, o Las Fábulas de Esopo. Aunque exagera, el libro es realmente entretenido y convierte en la figura de Lincoln en una especie de mito. También hay momentos muy interesantes donde menciona al Secretario Stanton y al General Lee; como sus personas crecen mutuamente con la del Presidente Lincoln. Se escribió un poco después de su asesinato… Un arma de doble filo: En momentos es tan cursi como el sueño americano, en otros se descubre uno de los primeros traumas estadounidenses.

The 30,000 Dollar Bequest and Other Stores es un compilado de cuentos escrito por Mark Twain (liga para descargarlo en la gutenberg). Trae un cuento llamado Heaven or Hell que intuyo es de dónde Cortázar se inspiró para escribir La salud de los enfermos. Incluye extractos del diario de Eva, así como un manual para hacer reír a la gente. Es un buen conjunto de cuentos para saborear la ironía y la acidez de Twain.

Ocio y Apuntes / La rumba por Ángel de Campo (liga a editorial Porrúa) es una colección modernista de cuentos, crónica y la única novela que escribió el autor. Crónicas breves, cuentitos trágicos, una prosa elocuente que describe momentos amargos pero sale dulce de los labios. Ejemplo de oído y de voz de un México de otros tiempos. Escenarios detallados de calles y vecindarios (sobre todo del centro) que hace varias décadas nos abandonaron pero que permanecen en el colectivo gracias a las películas del cine de oro. Es un bonito libro de tragedias dulzonas.

¡Vaya planeta! de Pierre Versins. Un libro de vieja ciencia ficción francesa. Un grupo de académicos extraterrestres descubre la Tierra y deciden viajar a ella para conocer a sus habitantes, saber que tan desarrollados están y si deben temer una posible guerra. Es una crítica negra y humorística que le da con todo a los estadounidenses a finales de los cincuenta. Este libro me pareció una agradable sorpresa.

Rápidas variacones de naturaleza desconocida por Edilberto Aldán. Libro de cuentos que ganó el Sor Juana de este año. Cuentos brevísimos pero sustanciosos. Momentos cotidianos dónde personajes comunes se quiebran y se descubren otros: sueños que los despiertan otros, el recuerdo como máquina para viajar en el tiempo, la escritura como método para deformar/modificar/trastornar la realidad, el plagio como un artificio necesario para la ficción, ganar un concurso literario escribiendo un cuento de cómo ganar un concurso literario. Es un libro sumamente interesante. Si pueden conseguirlo se los recomiendo ampliamente.

Aquí termina la primera parte de la lista. No hay prisa. De todas formas nos estamos arrastrando con suavidad al fin de año. Mañana la segunda parte.