Los cables se lo están llevando todo. Están encerrando el cielo con una telaraña. “Por una vida sin cables”. No creo. Yo creo que un grupo de ingenieros ya está a muchos kilómetros de altura haciendo una nueva telaraña de cables. Los documentos ya están firmados por un consejo mundial: “Vamos a encerrar –segunda revisión del documento: proteger– nuestro mundo en un cableado de fibra óptica para que jamás se caigan ni el facebook, ni el twitter –quinta revisión del documento: el internet en general– y la comunicación sea más instantánea”. Después viene una reflexión, muy acertada, de que a todos nos une el mismo cielo y que deberíamos impedirlo. Un grupo disidente, CACHO (Cables, A la Chingada… ¡Órale!) se está reuniendo en algún patio, en algún sótano, y hablan en voz baja de los aviones que van a estrellar para romper las estructuras, esas torres babilónicas, que están soportando a los cables del mundo. Los chinos, sin embargo, tienen mucho trabajo en construir los elementos básicos del cable. El chino a la cabeza, gorgotea en su idioma, que no sean mamones y lo dejen trabajar.