Estuve navegando por los blogs que solía leer, y ahora son un cementerio. En aquel entonces, todos querían ser leídos. Sólo permanece gente necia, gente especializada en algo, gente que no lo vomita todo en twitter o en su facebook, con sus amigos que tienen la manita virtual sobre el “Me gusta”. Ahora, de vez en cuando, permiten que la cabeza piense un poco y cada mes publican en su blog. Cada dos meses. Cada tres meses. Les ocurrió algo que no pueden explicar en 140 caracteres. Se llenan de sentimiento y escriben apresuradamente. Lo piensan en módulos breves, sin conexiones, conjunciones, un hilo conductor que mantenga el texto unido. –Es que la vida… es que ya nadie lee blogs… es que mejor estoy leyendo un libro… es que la vida, otra vez –me imagino que dicen, cuando se les pregunta por qué ya no actualizan–, mejor léeme en twitter, o en facebook, ahí todavía escribo, pero no todo es de verdad ¿eh? –Deslizan un papel con la dirección. Esclavos de lo inmediato, de lo rápido. Alcemos una copa por los muertos, alcemos una copa por los necios.