El viaje se alargó. No me sorprende. Cuando uno desea algo complicado como un MALDITO IPAD y tienes que correr de un lado a otro para pedirlo, esas cosas pasan. Primero pensé en pedírselo a la Tienda Telmex para pagarlo en eternas y cómodas mensualidades. Eso no pasó, simplemente porque su servicio es un poco nefasto. Primero me dijeron que ya no sabían si lo tenían disponible (después de haberme dicho que sí y pedirlo) y después me dijeron que no sabían si el servicio de paquetería lo entregaría después de lo acordado (24-48 horas, y lo pedí el jueves pasado). Hoy, como una broma cósmica, llegó un chavo con la caja del aparato y tuve que decirle-: Lo siento monín, la orden la cancelé… ayer -Total que la solución vendrá el día de mañana. Por supuesto, no sólo me quedé por mi pequeño capricho, mi tableta mamona, mi herramienta de trabajo y mi coso de pruebas, también he estado aprendiendo más del negocio para ganar más dinero. De regreso al mundo capitalista, de regreso al mundo lujoso y al pago de las responsabilidades, al mundo real. Se siente bien. No soy el escritor que se muere de hambre y nunca he pensado en ganar millones de dólares con el oficio ni ser el pilar de una generación o dictar un canon. Escribo porque escribo. Eso me hace feliz.