A veces me gusta observarlo por el tipo de personalidad que tiene. Tiene una personalidad seductora. Es bueno para atraer. Lo mejor: es bueno para atraer a la gente repeliéndola. Las mujeres que se acercan a él, lo hacen porque se sienten cómplices de sus palabras.

Toda mujer tiene ganas de sentirse cómplice. De hablar un lenguaje secreto con alguien. Ese hombre es particularmente bueno para ello. No me refiero a hablar el lenguaje secreto de una mujer, sino de crear esa ilusión y aprovecharse de ella. Ese hombre, duele admitirlo, conoce mejor a las mujeres de lo que otros hombres jamás harán. Eso asegura su posición como buen macho que es, lo fortalece. Es un círculo vicioso. Entre más mujeres pretendan hablar el lenguaje secreto con este hombre, este hombre tiene más oportunidades de ganar más mujeres y sentires más poderoso.

Precisamente su mejor atributo es su debilidad más potente. Como buen hombre, lo desprecio porque siento que arrebata las tetas o los culos que pueden ser míos. Absurdo, viniendo de un hombre casado. Horrible y machista. Sí. Pero finalmente humano. Si no pensara las cosas, o si no fuera un hombre inteligente, ya habría golpeado a este hombre. O ya me habría medido públicamente con él, para tratar de demostrar quien es mejor. Lo habría resuelto “the mexican way”.

Porque pienso funciono distinto. Mi honestidad me permite estar por encima de él, aún cuando parezca lo contrario.

Me gusta observarlo. Es un sujeto de estudio. Es material para un día escribir un personaje con esas características, esos modos, esos pequeños detalles obsesivos y esas respuestas tan contradictorias. Es material que puede ser usado para una crítica… tal vez para algo irónico. Es un humano, tan humano, que es difícil pasarlo por alto. A diferencia de uno, que puede separarse de sus emociones tan fácil, que a veces puede cumplir el papel de un autómata en su vida diaria. Pensaba en ello hace unas horas. Si no estoy escribiendo, bien podría pensarse que no siento nada.

No saben cuán honesto es lo que digo.

Es tarde, estoy en calzones y siento un poco de frío en los pies. Estoy siguiendo un viejo rito. Escribir un poco antes de terminar una novela. Armé una lista de canciones que me gustaría escuchar mientras escribo. Ya veremos que resulta. Después de todo, tengo tantos pendientes y es horrible repetir la misma frase. Me toca ser honesto de nuevo: trabajo mejor de noche. ¿A quién quiero engañar? Las noches son ideales para escribir todo el tiempo.