Los bebés, pequeños animalitos de ternura que se arrastran en sus patas y manchan sus ropas, fábricas de saliva-vómito-miados-y-otras-cosas. Bebés cuyos ojos son proporcionalmente más grandes que el resto de su cara y ríen de todos los chistes, excepto los que cuentan sus padres. Bebés… rosas, azules, verdes, alienígenas, con dos piernas y dos brazos, ojos claros o cafés, casi sin cabello o demasiado cabello para su bien (seguramente adultos estarán calvos… maldición, creo que soy uno de esos). Bebés que se llaman Ian, Javier, Alejandro, Jorge, Mayté, Atena, Erida, como su padre o su madre. Los que saben caminar berrean cuando los abrazan, los que no saben caminar berrean cuando los bajan. Bebitos de cabezota pesada y que los arrastra al centro de la tierra, para que se los chupe la bruja y se ría suavecito en sus orejas. La doble B, de baboso y brutal.

No puedo negarlo, me ponían de buenas y si alguno se atrevía a extender sus manitas para que lo cargara, lo llevaba en mis brazos mientras manejaba la cámara y hacía el casting a la madre. Dos de cincuenta. Otros dos lloraron tan pronto me vieron. A los demás, parecía serles un objeto más en este mundo. Un tipo detrás de una cámara chupándoles el alma. Invariablemente se reían cuando les decía “Quíhubole” o “Quepachó”. Otros más seguían mis dedos cuando les señalaba la lámpara o el ventilador. Muy pocos respondieron hola y adiós. Seguro todos pensaban–. Este esta más baboso y bruto que yo y quiere que me ponga hacer lo que mis tías gordas siempre me piden. Una bebita me señaló y dijo: “Gua gua”. Ese momento era el de mi humor de perros, supongo.

Lo más divertido, de algunos bebés, eran sus madres jóvenes. Ejemplos verdaderos de MILF. Algunas de sus mamás tenían mi edad o incluso más chicas. El problema cuando tienen un bebé, es que, pues, ya no pueden engañarnos con el mito de la virginidad, ¿verdad? y toda clase de historias pueden ocurrir en la cabeza de uno. Sí, bueno, seguramente los bebés tienen un padre pero eso no es lo importante. Señor, no. Lo importante es cuando incluso en pants todavía se ven antojables y los pechos cuelgan más naturalmente porque estan cumpliendo la función de amamantar (y no al señor que desearía ser amamantado, lástima). No me malinterpreten, con todos los bebés me porté naturalmente amable y caballeroso. También con sus mamás. Pero con las MILF, se me escaparon unas miraditas que mejor me dedico a trabajar en otra cosa que no sea esto.

Igual no estaría tan cansado si sólo hubieran sido mamitas, pero también hubo mamotas. Sigo repitiéndolo–. Deberían regalar condones en las esquinas. Hoy me topé con familias de tres a cinco chamacos. (Una de seis, según mi informante. Honestamente yo no la recuerdo). Haciendo cálculos a ojo de buen cubero, al menos tomé video a veinte o veinticinco de estas familias. ¿Por qué a todos? El casting es para bebés de 3 meses a un años y medio. Niños de 3 a 6 años. Niños de 10 a 15 años. Chavos de 16 a 25 años. Adultos de 25 a 45 años. Mayores de 50 a 60 años. El casting es para todo México. En la sala de espera un infiernito. El foro un trabajo seriado.

Los bebés son un pequeño descanso en el mundo de falsedad. No conocen las mentiras y las pequeñas cosas que aprenden, las hacen para regalar y como un condicionamiento, sin intenciones malignas aún. Alguien debería empaquetarlos y venderlos como jabón. Incluso su vómito huele bonito.