En casting existen dos tiempos que son tan extremos como sus nombres: los muertos y los vivos. Por lo general, se manejan dos o tres proyectos al mismo tiempo. Hay una lista afuera, dónde se anota el orden y los datos generales. Te fijas en las entradas y salidas de los foros, para mandarlos cuando sea su turno. Es un proceso continuo, que disfruta de todos los errores humanos que pueden existir: saltarse un nombre, descubrir que una persona no sirve para el casting, darse cuenta que tiene competencia, nombrarlo y ver que no esta por ningún lugar porque el modelo sólo vino a anotarse y se desesperó al ver la cantidad de gente, contestar teléfonos (además), ser interrumpido constantemente con preguntas como “¿En qué número van?” y “¿Cuánto tiempo crees que falte?”. Desesperación, ansiedad, tolerancia, paciencia, una microburocracia de uno o dos días, que se alarga durante horas. Es necesario prestar atención y estar atento, a veces, a hasta tres o cuatro personas a la vez. Es posible triunfar en esa empresa una o dos veces, pero una serie de eventos caóticos cuya secuencia continua, eventualmente partirían la madre incluso al mismo Señor (Paciencia).

Me atrevería a decir, que en casting empiezan todos los accidentes naturales del mundo. Aquí las cosas empiezan como una onda de agua minimadrística y terminan como un tifón en Japón.

El tiempo vivo, es un festín sangriento de ocho horas continúas, cuando eso termina, empiezan las horas muertas. La muerte es progresiva, lenta, suavecita y sensual… y te das cuenta de chingadazo. El tiempo transcurre más lento, sientes aún la presión de la actividad aún cuando su nulidad es evidente y lo único que puedes hacer, es dar vueltas de un lugar a otro, con un cigarrillo en la boca y mirar por la ventana para pretender que eres un personaje literario, uno muy perdido por cierto. Ahora en mi regreso, después de año y medio, he descubierto que las cosas no han cambiado, sólo los procesos y una casa que continua creciendo. Pero el tiempo, su vida y muerte, existe contenido dentro de una esfera, una permanencia de doce horas dónde borrón y cuenta nueva. Gracias a esta chamba, he descubierto que no hay errores incorregibles o imperdonables y todo puede arreglarse. Entre más pronto mejor, entre más vivas para llegar a una muerte satisfecha y confusa, mejor.

Vivir para morir. La misma vida.