Fest ha llegado, triunfalmente, a las diez mil palabras del NaNoWriMo, aunque claro, eso debió cubrirlo la semana pasada… en este momento, ya varios de sus amiguitos y otros miles de desconocidos, ya están llegando a las veinte mil. Hoy le ha sido particularmente fácil escribir. Llegó en una hora y media a escribir alrededor de dos mil palabras. Ha hecho una pausa para comer, para tomarse la foto de 365 días y para fumarse un par de cigarrillos. Según las cuentas, debería escribir alrededor de 2,400 palabras diarias para terminar el reto. Tratará de hacer otras dos mil, para bajar ese promedio aunque sea insignificativo. Podría tratar de subirlo a otras 4,000 para que fueran 6,000 en total… aunque eso representaría una dificultad aún más grande.

Beam, quién es el que más le ha acompañado en esto del reto, preguntándole avances, compartiendo los suyos, y platicando de nada en general, le ha dicho que los sudamericanos logran escribir palabras más fácilmente. Fest de inmediato pensó en los argentinos. Un argentino promedio lee más que un mexicano y tiene la impresión (que puede ser falsa), de que impulsan mejor el vicio de las letras (escribir y leer) que sus paisanos. Al menos recuerda aquellos argentinos que hacían largas esperas para el casting, siempre con un libro en las manos. Esperar para leer. Por supuesto, esto también lo podemos apreciar en las colas nacionales, como la de la luz, la del teléfono, la del banco… pero de diez personas, diría que un mexicano lee en sus esperas. Mientras que los argentinos, de diez, tres o cuatro leían en su espera.

No por ello piensa que los argentinos son mejores escritores o lectores. Sencillamente son dos maneras de perder el tiempo.

Una de las ideas locas de Fest es que las personas acostumbradas a la lectura, son personas que tienen una mayor agilidad de pensamiento, personas que pueden expresarse mejor y personas que alimentan la imaginación de una manera más profunda, que quienes solamente tienen detalles visuales o rítmicos, como los que se alimentan de películas y música. Leer libros completa ese cuadro artístico, hace que la creatividad se mueva en todos los niveles. No en balde, una persona que quiera ejercer un oficio artístico, debe alimentarse equitativamente de lo que hicieron sus antecesores. Apreciar una canción llamada Macondo en su totalidad, implica leer a Gabriel García Márquez. Para disfrutar una película llamada “El lado oscuro del corazón”, invita a leer los poemas de Oliverio Girondo. ¿Por qué Lucía, la española de “Y tú mamá también”, tiene en su casa un libro de W.B. Yeats? ¿Tiene algún significado especial? ¿O sólo es una pequeña broma, un mensaje travieso del guionista que estudió Literatura Inglesa? Leer una obra como “Waiting for Godot”, no esta completa si no se escucha el discurso del caballo, en la voz de un actor tan absurdo como el texto. Descubrir los hilos que se extienden entre las obras artísticas, también nos ofrecen un contexto histórico, nos maravillan al descubrirnos así como somos… reflejados, desde muchos años atrás, en las plumas de escritores o en los tarareos de un músico. ¿Cuántos de ustedes han leído Cien Años de Soledad? ¿Cuántos no se emocionaron al descubrir la mención a Rocamadour, de la Rayuela de Cortázar? Como lector joven, encontré fascinante la referencia.

El arte después invita a conocer el contexto histórico. ¿Por qué se escribió así? ¿Por qué se usaron esos recursos tan extraños, como el flujo del pensamiento? ¿Es cierto que los poetas que admiran a otros poetas, constantemente toman prestadas las líneas de sus antecesores? ¿Significan lo mismo esas líneas hoy, que lo que significaron ayer? A Fest, en ocasiones, le asusta leer un libro y darse cuenta que no ha leído todo aquello que puede estar detrás. De no haber sabido, por ejemplo, que Douglas Adams hizo varios trabajos acerca de William Blake, no hubiera entendido su recalcitrante ateísmo, combinado con su fascinación por la capacidad de los creyentes. ¿Y no fue William Blake, quien sus Canciones de Experiencia, redactó un borrador muy ambiguo de los derechos infantiles?

Leer, mirar, escuchar, sentir, saborear… requiere consciencia y una mente muy abierta, para descubrir esa sustancia estática, que existe dormida en unos, muy despierta en otros… pero que indudablemente se encuentra entre todos nosotros.