Los gritos me hartan. No hay nada más desesperante que estar en una habitación donde tres o cuatro personas gritan a la vez. Entonces, procuro retirarme, a algún lugar donde no vea a ninguno de los gritones, prendo un cigarrillo y si alguno se me acerca para preguntar que pasa, prefiero desconocerlo en ese momento y olvidarlo, porque si no, estoy seguro que podría odiarle toda la vida.