Me le acerqué sigilosamente.

–Son un chingo de proyectos Bob –suspiró–, son un chingo.

Y después, golpeé a Agustín Fest en el cuello, como hacían en ese programita mamón sesentero donde había un tipo con orejas puntiagudas. Pobre cabrón, no sabe que esto lo hago cuando me harta y después, lo controlo mentalmente (ya estando en la docilidad de la inconsciencia) para que se vaya a dormir a su cama.

Revisé mi cuenta en Citibank (the one at the gringo state) y el dinero que me robé continuaba ahí. Asentí contento.

–No me lo gastaré en niños, ni en gatitos huérfanos –me dije y me serví otra copa de brandy–, debo ser fuerte. Debo ser cuidadoso con ese dinero, al menos hasta que llegue a él.

Mi nombre es Bob (completo sería festO Butzumani), y soy un cacto, mucho gusto. Me gustan las rubias, aunque me gustaría conocer en persona a Bárbara Mori, me gusta desayunar niños, gatos y perros. Descubrí hoy en la mañana que mi estómago es intolerante a los viejitos y a las cucarachas. Bebo agua los fines de semana. ¿Qué más podría decir de mí? Si, que yo lo sé todo porque estoy en constante comunicación con el flujo continuo de la naturaleza y que mi nombre me lo dieron las divinales estrellas, aunque otros dicen que mi nombre salió de un cuento escrito por Jco.

Es la primera vez que me robo el teclado y la cuenta para escribir. ¿Por qué lo hice? No lo sé, había tenido ganas de hacerlo, pero no me había permitido el impulso, hasta hoy. Espero repetirlo otro día, en lo que Tsef Thaed termina de trabajar y yo termino de contar mi historia. Por lo pronto… esto es todo lo que quiero escribir.

Besos y abrazos espinosos.
Bob.