Oh yeah baby… estoy aprendiendo a manejar. ¿La principal razón? Porque tengo un Golf del ’93 parado desde hace un par de meses, recién compradito. ¿La razón más importante? La verdad es para presumirle a Claudia mi carcachita, claro, claro, sé que ella no me hará caso tan sólo por saber manejar, pero ahí voy de inteligente. (Que también está el plus de la comodidad del coche, pero quien conozca la Ciudad de México… sabrá que no es el mejor lugar del mundo para aprender a ser un conductor sano mentalmente).

Además las nenas, tú sabes. El coche es un principal atractor… (no es lo esencial y shhhh, calladas aquellas que salgan con: “Lo que cuenta es lo de adentro”, claro que cuenta lo de adentro… si no, sería un ser completamente asexual, ajem… pasemos a otro tema). El coche es el magneto de chicas, uno de los imanes más potentes.

Ok… la razón más importante de todas es que no podría vivir sin tocar el claxon.

Y hoy tuve la segunda de esas clases de manejo en las que me atreví a tomar el volante. Con Cheques como instructor y el Feyo como acompañante. La primera fue con Lina (la hermana de Josefa Guerrero), y acabó bastante nerviosa: ¡FRENA AGUS, FRENA! ¡AGUS! ¡FREEEEEEEEEENA!

A huevo que frené, iba a veinte kilómetros por hora y no iba ningún coche, estaban prendidas las intermitentes y todavía mi cerebro no aprende a coordinar: palanca, embrague, velocidad, soltar embrague, ser feliz, sonreír, no le sonrías a la chica de la acera, vas a chocar, mira al frente cabrón, ¡Al frente, carajo, al frente!

Bueno, en la clase de Cheques, íbamos en una calle muy tranquila. Logré pasar habilmente de primera, a segunda. Di una vuelta a la derecha de diez… ¿Y saben qué descubrí con esa hermosa vuelta? Una luz roja. “Vas bien Tetris (así me dice el Cheques, en vez de Teté), vas bien… tranquilo Tetris, ahora ve frenando”.

Si frené… o al menos eso pensó mi pie que pisó el acelerador. Oh si, si que aceleró, aceleró en esa hermosa luz roja donde un Jetta blanco alzaba el trasero con terror, lo tuve tan cerca que le pude mirar el sudor en la frente del conductor que estrenaba Jetta. ¡Frena Tetris! ¡Frena!. Pues no frené, aceleré a cuarenta kilómetros por hora y créanme, eso es mucho para mí y mucho más cuando hay un alto después de una vuelta, en una calle chiquita.

Pues me vi hábil… moví el volante lo más que pude hacia la izquierda y Cheques puso el freno de mano. ¿Qué sucedió? Un rehilete poca madre que nos hizo evitar el Jetta y subirnos a un camellón donde pensé: “¡Puta madre, ya le pegué!”. Todo sucedió tan rápido hasta que finalmente el coche paró.

Y cuando paró venía otro coche directamente hacía nosotros. Pues me pasé a la avenida donde había luz verde y en sentido contrario. Debo tener o mucha suerte, o de veras Dios me quiere, porque nosotros salimos intactos, el coche sin ningún rasguño y en la avenida de sentido contrario sólo pasó el coche que nos evitó.

Cheques seguía sin soltar el freno de mano, yo apagué el coche de los nervios y Feyo hablaba como uncastrato. Miré a Cheques, le sonreí y le dije: “Güey, eso estuvo muy chido” (traducción al castellano: “Otra vez, ¿si? ¿si? ¿si?”).

No puedo esperar para mi siguiente clase. :)