Ayer me di un paseo en la luna, y encontré que esta era de queso. Me di un paseo por los cráteres de Queso Apestoso y entré por sus agujeros y conocí muchos ratones, que al ver que como el queso no era de mi agrado, me recibieron gustoso y me compartieron el honor de entrar a la bodega de los dulces.

Estos ratones no comen dulces, por eso mantienen sus dientes sanos y fuertes. Pero si comen mucho queso, un día les dije que de tanto comer se iban a acabar la luna, todos nos reímos y pude soportar su vino fermentado de queso.

Hicimos un gran banquete. Y mirábamos todos juntos las estrellas y nos reíamos y nos agarrábamos de la manos y cantábamos canciones que eran de otros tiempos, ¡Qué bueno es vivir en una Luna hecha de Queso!


Mi vecina, tan tierna. Hoy llevaba una blusa con la bandera de Inglaterra ligeramente ondulada, sus pechos están creciendo.

Mi vecina, tan tierna.


Hoy estaba en una de las partes más concurridas de la ciudad y no sólo observé mi pasatiempo preferido, querido diario, que como bien sabes son las jovencitas. No. Miré a la ciudad completa. Gente de diferentes matices, con diferentes motivaciones y diferentes niveles, todas juntas en un sólo lugar, ignorándose los unos a los otros y mirándose, a veces, con desprecio y envidia. Y así, me sentí feliz. Siendo observador de este show secreto.

Como era de esperarse, los miré a todos con desprecio, porque no formaba parte de ese juego secreto, y ellos me miraron de igual manera. La felicidad volvió, durante unos instantes, logré saborear ese delicado elixir llamado: “convivencia con otros seres humanos”.


Mucho sexo en la cabeza, mi cerebro no coordina. Se dice que el que escribe de sexo es porque tiene la ausencia de este. ¿Yo tengo ausencia de sexo? No podría decirlo, veo a Marisela todos los días, y a Mariana, y a Beatriz, y a la más infame de todas, Lorena.

A decir verdad, no tengo mucho que decir, el cerebro está bloqueado, como si le hubieran puesto un candado al cofre de los pensamientos. ¿Cómo te sientes cuándo te dicen cuéntame algo, querido diario? precisamente lo primero que piensas es que no tienes nada que se te ocurre, entonces, la respuesta usual es: “¿Qué quieres qué te cuente?” y vaya, yo te podría contar muchas cosas, pero el cerebro no responde, no coordina, no me presenta imágenes lúcidas que sean capaces de describir.

¿No te ha sucedido qué tienes la idea más grandiosa en la cabeza y nada más no puedes escribirla? A mi si, muchas veces, lo veo todo de colores, personajes con rostros pero cuando tengo la pluma en mis manos, esos rostros se ven borrosos, no presentan imágenes claras. ¿Y cómo te sientes cuando se presenta el súper yo? La conciencia, no escribes porque temes que alguien esté mirando detrás de ti las palabras infames, las descripciones azarosas y vulgares. Te detienes en seco y el sudor frío está a favor de la sociedad moralista, ¡Asco!

Quisiera convertirme en juez para dictaminar que todos podemos ser libres en nuestros pensamientos, pero para ello tengo que jurar con una mano sobre la Biblia, ¡hipocresía! Aunque muchos lo hacen, con éxito, engañando su conciencia y manejan como corderos a nosotros los presentes. Creyéndose muy listos.

¿Qué saben ellos de mi vida, querido diario?

¿Cómo detendrán la bala antes de que les penetre el cerebro?


Hoy hablé con un padre y me dijo: ¿Quieres ser un Soldado de Nuestro Señor?

Yo nada más me reí en su cara, pero el hombre, al ver como una chispa de bondad en mi rostro me respondió: Ser un Guerrero de Fe requiere mucho valor, señor. No tema, no hay nada que temer, ya que Él está con nosotros.

Y entonces, un poco maleado, respondí: ¿En esa comunidad de Guerreros, hay Guerreras? ¿Mujeres de devoción?

El hombre respondió afirmativamente, animado de mi interés.

Le pregunté: ¿Y hay Guerreras entre 15 y 18 años?

El frunció el ceño, adivinando por dónde iba, no quise continuar y no aguanté la carcajada, me fui marchando a mi casa, mientras cantaba a todo pulmón: ¡Soy un Soldado de Cristo, marchando como para ir a la Guerra!